Historias de la Marcha del Orgullo LGBTTTIQ + CDMX

Ana María preparo durante toda una semana las 50 banderas, 30 juegos de tirantes, algunas pulseras y guirnaldas de flores multicolores, ella junto a sus tres hijos viajo más de 40 kilómetros desde Tecamac a Paseo de la Reforma, con una carga de más de 60 kilos y tres hijos.

Luis, Laura y la pequeña Ana acompañaron a su madre al Ángel de la Independencia con la idea de acabar con la mercancía, legaron antes de las 7 de la mañana después de viajar en un autobús, más un microbús y metro, “a las 5 de la mañana no había nada de gente, incluso pudimos dormir en la banca” me dice con los ojos arqueados por una sonrisa que se dibuja bajo el cubrebocas.

Este peculiar grupo forma parte de los miles de vendedores ambulantes que se acercaron a los asistentes de la 44 Marcha del Orgullo LGBTTTIQ+, con algún producto, lentes, diademas, botones, toallas, coronas, alas, faldas, calcetas, pastelillos felices, cervezas, y unas extrañas bebidas azules que llaman “pitufos”.

Cada uno de los 250 mil asistentes a la concentración es una oportunidad de negocio, solo tiene que cuidarse de los oportunistas que dicen ser de servicios públicos y a cada paso le piden cuotas que van de los 50 a los 200 pesos a cambio de no quitarle sus productos, “tuve que pedir prestado para comprar esto, y si me lo quitan, se podrá peor la cosa, mi esposo se fue a trabajar y no sé nada de él hace más de seis meses”.

Sobre su opinión de la marcha y las formas de expresión de la comunidad diversa, Ana María nos dijo que saben comprar y solita agrego que sus hijos pueden enamorarse de quien quieran, “lo que me preocupa cada día es que tengan algo para comer”.