La Dama de Hierro

La Dama de Hierro.

Ganó la elección con menos de una semana de campaña y desde el inició ha ido de aquí para allá con hambre de mostrarse firme y segura, te habla de frente, es y lo sabe vista como una mujer ruda, años duraron queriendo hacer el puente peatonal de Lago Real, ninguno pudo, presidentes pasaron pero ninguno lo logró, parece poco pero lo cierto es que los alcaldes que decían ser los todo poderosos no pudieron ni terminar un puente peatonal, Mirtha en unos días lo va a concluir.

Trae su agenda y no se distrae, las voces de las zonas llenas de baches han dejado de ser la terrible pesadilla de las principales avenidas, en todas las ciudades hay baches, lo cierto que al inicio de administración recibió la ciudad con baches hasta en las paredes de la presidencia, no había rincón sin baches, había baches dentro de los baches y para los que usan el trasporte público era llegar con la columna toda retorcida de tanto brinco, los más afortunados y que tienen vehículo era el sufrimiento de los gastos en reparar llantas y suspensiones.

De lo mejor de este mes fue sin duda dejar bien claro que no es bueno para Bahía cambiar el nombre a Nuevo Vallarta por Nuevo Nayarit, ni los hoteleros que son los más perjudicados levantaron la voz, están callados, agacharon la cabeza ante las ocurrencias de un secretario de turismo de Nayarit que le dio al gobernador el peor golpe de imagen que ha tenido, superior a aplicarles el costo de nuevas placas a los habitantes de su estado, ha sido la burla del país, miles de memes han dado vuelta dañando la imagen del representante de Nayarit.

Es atenta a la crítica sin que le digan que hacer, atiende las cosas que le reclaman para darles solución, Jaime te escucha pero igual te ignoraba, así podrían pasar años con baches y no darles solución, por eso aún con la dureza que gobierna ha recorrido cada rincón de su municipio, ojalá los anteriores presidentes hubieran recorrido en sus años de gobierno lo que Mirtha ha recorrido en estos meses, hay que seguirla para saber hasta donde llega.

Columna por César Langarica Santana